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SEMBLANZA A PEDRO FUENTES

Los abajo firmantes, tuvimos la gran suerte de leer y disfrutar de sus escritos brillantes que ahora ustedes conocerán o releerán disfrutando plenamente de su belleza y profundidad. Sin embargo nosotros tuvimos la gran suerte además de ser sus amigos a plenitud. Pudimos de este modo conocer y palpar profundamente al hombre comprometido con los grandes valores de hermandad, lealtad, confraternidad, compañerismo, honestidad, integridad y compromiso solidario con los que tuvimos que salir al exilio o quedar en la patria sufriendo la feroz tiranía de los asesinos civiles y militares que usurparon el poder. Pensamos y creemos no equivocarnos que cuando lean las siguientes líneas podrán adentrarse un poco sobre la calidad humana e intelectual de este hombre chileno que renació y murió en México sin olvidar nunca su tierra de origen.


De bosques y de mar, oculto detrás de la modestia, solo era revelado por la invención, la herencia y la escritura. Nacido de marineros y de pioneros de la costa, la temprana orfandad paterna lo zarandeó entre la enfermedad y los trabajos, estéril mezcla en la que sin embargo creció la planta de la autónoma formación política y de la independencia literaria. Honrado con la relegación temprana (castigo de destierro dentro del país) debutó pronto como novelista juvenil en los tiempos románticos de la tuberculosis de sanatorios cordilleranos a donde fue a parar, antes de “La Montaña Mágica”. La invención y construcción de máquinas inteligentes y gananciosas le permitieron volver al sur inventando un poco y escribiendo un mucho con lo que pudo incorporarse a la rueda literaria que le había cautivado desde la infancia primaria cuando un profesor comunista llevó hasta la escuelita rural al Neruda joven y flaco de antes de los crepúsculos y del Nóbel. Y años después cuando en Chile pasó lo que pasó llegó a México que le acogió con sus maletas llenas de maquinarias desconocidas de ingenio y poesía e inventos en gestación que alimentaban su ruta solidaria con los desposeídos. Bolivariano desarmado, como Allende, no dejó nunca de disparar sus letras desde las trincheras de exilio que construyó con Ana y los hijos.- Con su familia estuvo en Cuba donde dejó huellas de su contribución material y científica a la causa cubana para después regresar a México por Yucatán en Mérida a reiniciar la mezcla de inventos y relatos siempre inmersos en los olores y sabores marinos de la infancia. Invitaba, esta vez sin modestia, a saborear la reproducción voluntariosa de las cocinas sureñas del recuerdo y así era también feliz. Hasta que un día, como símbolo fiel de los años de esa vida repartida, en las mismas horas en que apresaban al tirano augurando inicios de justicia , su corazón se detuvo, solidario con la recuperación patria de la memoria. No alcanzó a construir la máquina mágica que culminara esos inicios pero nos dejó la instrucción infalible en las nobles letras memoriosas que dicen como llegar hasta la meta chilena de su conquista humana. Aquí están recuperadas por la mano de Ana, de sus hijos y de sus seguidores de magia y poesía. Léanlas, absórbanlas e incorpórenlas como un injerto florido en esa zona “cordial” aún no descubierta por la anatomía porque aparece sólo en ocasiones memorables como cuando se leen. Memorias del corazón que viven y vivirán siempre en esa zona mágica que es el corazón de la memoria.


Hernán González Wood
y Rogelio de la Fuente Gaete
Abril 2008


Pedro Fuentes, Chile, 1988


Volcán Villarica
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