Recado a Neruda
Fragmento
Es el tiempo del trigo y las avenas,
de reunir la era familiar,
de bajar desde el bosque las maderas,
de cargar el río de troncos,
voces,
de girar en los lentos remolinos
como un tronco más.
Tiempo de balsas y dormir en las riberas,
Yupehue, Chol-Chol,
una manta de estrellas,
bajar Nahuelbuta,
la vieja cordillera,
de boquis, venados, pumas,
tendida entre los pueblos
con su sueño de siglos,
y el rostro dormido bajo el sol.
Pasar puertos, casas,
los hornos de carbón,
con sus blancas melenas de humo
donde tiembla su risa el leñador.
Tiempo de escanciar el vino,
el primer vino de abril;
tiempo de reír en la vendimia,
de besar muchachas,
de apretar sus pechos como dos racimos
en la noche transparente de un lagar.
Ese es el tiempo del amor y de la paz,
del amor esperando en una esquina,
del hijo bajo el techo familiar,
del beso en la ventana
y en la cocina el pan;
del trino de la voz en las mañanas,
del vientre hecho nido…
ese era nuestro tiempo,
Capitán.
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