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pedrofuentesriquelme

Cuento: La máquina de matar los pensamientos


OTROS CUENTOS: LA MÁQUINA DE MATAR LOS PENSAMIENTOS




Hasta la madrugada del diez de mayo no se encontró señal en la pantalla. A esa hora terminaba su turno en la central de información y eran reemplazados, Herman y él, por Louise y Jack, una pareja que no terminaba de soportarse en el transcurso de las ocho horas de vigilancia.



-¿Sin novedad?-



-¡Sin novedad!- dijo Herman a Louise.



Jack se despidió con un gran bostezo mientras se enfundaba el guardapolvo blanco para cumplir su guardia.



Caminando a la cercana estación del Metro, Tito veía a Herman sumido en un desacostumbrado silencio. Quién no habla en la guardia es él; demasiado tenso para la larga jornada, hace año y medio propuso rebajar el horario a seis horas. Y aún eso le parecía excesivo. Pese al tiempo transcurrido, la jornada continúa en las clásicas ocho horas. De soportarlo su sueldo, de buena gana renuncia a medio tiempo. Pero todo está bien calculado. Sus amarras de crédito están metidas hasta en su alma. No puede prescindir ni siquiera de una hora menos de ingresos. Los contadores y controladores de vida privada, privada entre comillas, las manejan como vasos comunicantes y presionan o desequilibran los vasos, según el nuevo rendimiento que desean en su labor. Ese dominio logrado tan perfectamente de la movilidad sueldo-fenotipo-consumo, le intrigó mucho tiempo hasta el día del octubre negro.



Como una fatalidad histórica que no se repetirá nunca jamás, la crisis de mil novecientos veintinueve aparece de vez en cuando en los periódicos; todo metido en un lenguaje cursi, medianamente digerible, escrito por comentaristas cuasi financieros, preocupados porque sus comentarios no afecten el Dow Jones, el indicador de los altibajos de la Bolsa de Valores, el corazón de la Banca. El trasfondo es mantener en equilibrio el servilismo bien pagado con cheque quincenal. Porque, la verdad, la fortaleza del mercado financiero y el síndrome del veintinueve viajan de la mano… como lo demostró ese octubre negro. Y que eso se vuelva a repetir está muy cercano. Oficialmente, claro, el sol siempre saldrá por el oriente, para ocultarse en occidente-piensa- mientras iguala las largas zancadas de su amigo.



Para él, todos los meses tienen su sello particular; siente que es algo casi como sus propios colores, y octubre es el gris bajo la nieve. Lo ve todo en blanco y negro, griseado. Y eso a pesar que es el segundo mes de la primavera. Septiembre lo ve y lo siente, luminoso y verde, la puerta abierta a brotes y flores en los árboles y plantas. Una limpia ventana abierta al mundo. Por esto no le llamó la atención la denominación de octubre negro a ese día de mil novecientos noventa y cuatro. Concordaba con su propia imagen, ligeramente siniestra.



Esa mañana, según los comentaristas, todo se inició con el ritmo habitual: -“venta; compra; venta; compra; venta; compra; y de improviso: venta; venta; venta; oferta; solo venta; venta; venta y mañana de barbullo; fenomenal como en mil novecientos veintinueve. En estos tiempos las señales tienen décimas de segundo para llegar a otra sala, en otro rincón del mundo, abarrotada de corredores que gritan ¡venta, venta, venta…!” Son los milagros de la comunicación, milagros del Ciber-Bussinnes-Man. Algo ni siquiera soñado en mil novecientos veintinueve. Y mañana será transmisión simultánea, si es que la operación está en línea con la jugada especulativa del día. O la pantalla dirá en letra muy clara: ¡Caída del Sistema Operativo! “¡Esperamos restaurar en cualquier segundo! ¡Sentimos las molestias que esto pueda causarle!”



Y rugen los especuladores y aúllan las hienas, los Corredores oficiales de la Bolsa. Y son muchas las salas y muchos los otros lugares del mundo en que manos gordas sudan y venden; venden; venden; venden; venden… hasta que las arcas de las Bolsas y de los pequeños países y otros no tan pequeños pero igualmente endeudados, estallan en una ruina feroz. Y el parte oficial dirá: ¡Los vende Patria, los que nos han saqueado, los que han destrozado nuestro país! ¡Pero no claudicaremos, no nos vencerán, con la voluntad del pueblo apretaremos el cinturón, y seremos, luego, el país mas poderooooooooooooo…!



Entre tanto otras manos gordas ahora ofrecen a los países vencidos en ese terremoto financiero; ofrecen; ofrecen; ofrecen… Money, so much Money, pero quiero tu petróleo, for ever; tu estaño, tu uranio for my Country; I need copper; tu oro; tu plata; tu tierra for my Money; corred hacia mí hijos, my money es un río verde y ligero; recién lavado; recién planchado; no problem, quiero tus bosques, tu gente, all your people; is important; without people, no Money: ¿understand? News papers, television, Radios, with all “Deformator” informers: New Orders. New Religion. God is your friend. Our father. Mis papeles verdes recién lavados. Sólo mis papeles verdes. No gold. El oro es pecado, el oro es intrínsicamente perverso. Sólo mis papeles recién planchados y honorablemente limpios. Fort Nox is now only a museum. Gold museums, como el Museo del oro en la mina de sal en Colombia. For turists, maybe other people; but not important: green paper is important. Our mission is to talk under the rain… todo el mundo a caminar por todo el mundo bajo la lluvia de la nueva religion: Libre Comercio Internacional. Menos Dumping, of course. Yo regulo y sanciono prácticas de dumping. Only me, of course.



“Los países perversos se oponen y cierran su mercado: bloqueo, araño, muerdo, ¡van marines! ¡Y tú Henry, haz tu maleta que tienes trabajo por el Cono Sur! ¡Capital Nazi de post-guerra cierra fronteras a la electrónica en Brazil! ¡Oh, God! ¡El mundo no comprender misión universal! ¡Stupid! ¡Stupid people!”



Este 29 del 94… (¿Será número mágico este veintinueve? Aquel fue año y éste es día) este 29 de hoy, de este octubre griseado, cae como lluvia de huesos, escapados de cualquier cementerio sobre nuestras pantallas enloquecidas: Informes, números, cifras largas, más largas, más largas, casi infinitas. Algo fuera de control. El dinero no se auto maneja. Alguien detrás de algo está logrando una especie de control. ¿Dirty Money? Informen, informen, informen.



Herman no había hablado desde que llegó. Caso raro. Herman en silencio, unas tres horas; incluso en el café de tres minutos para el relax en la cafetería; el café de tres minutos para sacudir el estrés, para tirar la fatiga de la concentración en el cesto. Luego, frente a su pantalla un estallido:



-¡No tengo una sola maldita información! ¡Nada para enviar ni explicar ventas masivas!



Y aparece un rostro en la pantalla rectora: El superior de Herman:



“¡Eres el tipo que analiza, Herman! ¡Echa a volar tu departamento! -… y en voz baja, amenazante… -¡presiento que los sueldos, y el tuyo, bajan, bajan, bajan, jijo mío! ¡Esto no puede continuar así todo el maldito día! ¡Quema tus células grises Herman y dame respuestas!”



Tito envía a Herman una frase en un minúsculo torpedo: Nadie puede analizar este día hoy; calma y un café a la salida. Quema torpedo.



Su trabajo no es el análisis de mercado. Eso es coto cerrado Herman y su Departamento invisible. Su función es mantener las pantallas despejadas, libres de bloqueos y eliminar interferencias. Y en cuanto a la pantalla privada del gran jefe, sostener el escudo electromagnético para ahuyentar cualquier intruso. Un informe confidencial, en otras manos o en otras cabezas y para otros fines, puede desequilibrar el Sistema, “EL QUE TODO LO TIENE”. Si eso sucediera, ante cualquier pequeño o gran sacudón, hay medidas de ajuste para evitar el caos. Se ha dado a veces; no por infidencia ni espionaje de la información, sino por saqueo de las arcas fiscales en cualquiera de los países por la mafia política local.



En casos como ése, actúan los otros vasos comunicantes; los de acción inversa:



“Allí te va tu sangre verde, salva tu pellejo, salva tu poder. Una parte de tu sangre verde ha quedado en casa, en la cuenta bancaria a tu nombre. Otra parte te va en armas: no debes descuidar el orden interno. ¡No! ¡No lo digas! ¡Sabemos bien que para ti es imposible el control testa a testa! ¡Para eso te va otra parte en Ciber-Equipo Oreja de Perro! ¡Tenemos soluciones para todo! Y tú ahora vete, Henry ¡Vete con tu Kosher! ¡Cuida tu hígado! ¡Ya no eres el mismo de los sesentas!”



Tito había estado jugando, desde las primeras horas, con la pauta del desarrollo de las jornadas de la Bolsa: Clasificó por continente. Por país. Por tamaño de país. Por especialidades a presente y a futuro y esos números están dando un patrón:



Lo pequeño se va al cesto. Que lo coja quién quiera. Limpiar, limpiar, limpiar. Cibernétic is a priority. Biotechnology is the best. Petroleum is so fine. Uranium, Plutonium, Coper, Iron, welcome home. And land. Antartic land. All land. All Antartic for me.



Science and Technology, new arms. The world is mine.



Al reunir los datos de compra de las primeras horas estos coinciden. Crecen por área y correlacionados; explotan y caen perpendiculares a otra explosión, repetitiva, formando una red.



Red de araña, elástica y fuerte; irrompible.



Lo mismo ocurre en todos los países, excepto algunos. Aquellas naciones en donde no existe la Bolsa, en donde “EL SISTEMA QUE TODO LO TIENE”, aún no ha podido hincar los dientes, y en donde la población ni sueña con inflación o con la especulación. “Pero se la enviaremos pronto, a distancia: camuflaje, en un chips, en una vulgar caja o botella de plástico, con un contenido café, azucarado, aún más vulgar”.



¿Qué piel de oveja más inocente es esa? “Cibernetic-Bussiness Man” is ready, con todos sus colmillos afilados, listos y entrenados para enterrar en los cuellos amarillos. La avalancha de compra selectiva vino solapada, sumergida, disfrazada en la venta de valores chatarra que llegó bajo su gran sombra. El sobreprecio de lo importante fue financiado por la basura bursátil que esta semana se cobrará en los pequeños ahorradores, con su secuela de desesperación y vidas.



“Ganancia rápida, ganar, ganar y bajar las billeteras de “Otros Muchos Pierden”; y pierden, pierden, en ese octubre negro. Ley de la vida. Solo sobrevive el más fuerte; el mejor. “Primera ley de Darwin”.



¡Gran Dios! ¿No habrá una última ley sobre el tema? ¿Una ley fastidiosa, sólo para no olvidar aquella más antigua de los Contrarios: “los opuestos tienden a igualarse”, desde ahora hasta el viejo, viejo, espantosamente viejo BIG-BANG? Maybe surprise. ¡Quizás una gran sorpresa te espera a la vuelta de la esquina, dear Henry!



¿No recuerdas juego de niños “los palitos uno a uno son fáciles de quebrar”? ¿De manipular, de influenciar, de sobreexplotar?; “¡Anoche mi Póker fue un desastre! ¡Y no pagaré las trampas de las cartas en las manos frías, largas y delgadas de Johny Trampas! ¡Los sueldos en mis fábricas (já já já) bajarán mañana, lo presiento, bajarán sólo un quinto de centavo! ¡Ya estamos a mano con mis pérdidas de Póker, Johny Trampas!”.



¡Quizás pronto hasta un réquiem por el alma avara del mercader desdentado!- grita Tito, en una desesperación callada y luego exclama: ¡El mundo está lleno de sorpresas, querido Henry!



Octubre negro, jueves, mediodía: Fusión de Paradise con “Viajes más allá de Plutón”. Aerolíneas Argos después de su vuelo de ciento treinta billones… con “Enlatados carne blanca” desnaturalizados, libres de colesterol… Y ahora, señores y señores las nuevas ofertas del dos mil:



“Playas blancas, Playas negras, Playas amarillas, Playas azul acero. Turismo bajo el sol. Un cómodo paquete para pagar a diez años, sin intereses, todo incluido. Sin dengue, sin cólera, sin ébola.



¡TURIST MUNDO TIENE UN PLANETA PARA CADA NECESIDAD! ¡SE PROHIBE LO PROHIBIDO! ¡HASTA LA MUERTE SIN DOLOR!



“Otros Muchos Pierden”, enfermos de avaricia, tentados por Satanás, hoy pagaron el seguro, el boleto sin retorno de la Globalización. Una lluvia de lágrimas sobre el Globo. O sobre medio Globo. Tal vez sobre tres cuartos de Globo; lluvia amarga de los “Muchos que pierden”



El Hombrecito de la Casa Blanca por fuera y Negra por dentro viaja: Llevar el Evangelio Global; Gran Tarea. Bailar samba con Pelé. En la calle con el Ministro Pelé: pataditas, en el Balón Blanco-Negro en cuero ingles. Cuero Tipo Exportación. Todo cabe en la globalización. No garrote. Never. Never, never: I swear.



Herman rompió las reglas. Abandonó diez segundos la pantalla para dejar en mi bolsillo un papel.



A mi vez, dejo el control del escudo de la pantalla del gran jefe en automático y entro a la cabina de fumar. El papel dice: recuerda Colinas de Elm. Pensar y no hablar en alta voz. Envuelve el cigarrillo; quema torpedo.



Tito repasó en el archivo de su memoria el escándalo de las colinas de Elm y el gran cerebro en otras colinas; las de Maryland. Hasta apareció en algunos periódicos; noticia interesante pero medio escondida, como una tarde de sábado con tema de ciencia ficción:



“Desde las colinas de Elm la red Estadounidense de Espionaje Invisible Envuelve al Mundo Entero.



Der Spiegel de Hamburgo



En la inmensa mezcolansa de las ondas radiales que cubren todo el globo terráqueo, el gobierno estadounidense escucha todas las señales, órdenes y conversaciones que se hacen por medios inalámbricos. La Agencia de Seguridad Nacional (ASN), el servicio secreto de todos los servicios secretos, escucha en todas partes de la Tierra, a todas horas del día y de la noche, incluso en la república Federal de Alemania.



El último éxito espectacular, el cual puso en problemas las relaciones entre Bonn y Washington, fue el caso de las conversaciones grabadas y analizadas entra los funcionarios de la empresa química alemana Imhausen con sus clientes de Libia.



En Elm una serie de colinas boscosas, en el sudeste de Branscnweig, se vive una paz muy grande. Aquí, ni el Ejercito alemán puede hacer maniobras, ni pueden ensayar sus vuelos rasantes los Tornado y Phantoms de la fuerza Aérea; a diez kilómetros de distancia, además se encuentra la frontera con la República Democrática Alemana (RDA).



En medio de este territorio, un letrero señorial detiene al paseante: Restricted Area Warning (Advertencia Área Restringida) y debajo, la traducción en alemán. Sin autorización no es posible seguir adelante; todo está prohibido: tomar fotografías, notas por escrito, dibujos o esquemas o representaciones en mapas u otras formas gráficas de registro. “Cualquier material similar” puede ser objeto de confiscación, quien desobedezca las indicaciones podrá ser castigado “según las leyes de Estados Unidos y o las de la República Federal de Alemania.



-¿Hasta ese grado de sofisticación hemos llegado?- le comentó a Herman.



-Eso y mucho más, mi amigo, sigue leyendo:



“Esta amenaza advierte de la existencia de un reino de sombras, cuyos contornos se pueden distinguir unos dos mil metros mas allá del borde de los bosques: antenas y cúpulas que sobresalen por encima de un edificio futurista aparentemente hecho con cemento armado. Hileras de alambres de púas y rejas de acero protegen este edificio sin nombre. Por encima de Shoningen am Elm, el Gran hermano ha instalado una de sus orejas”.



Pero no existe su escucha solo allí.



Estas vigiladas y aisladas instalaciones son puntos de anudación de una red invisible que envuelve a toda la RFA y al mundo entero. El servicio secreto de la ASN escucha en todo el mundo durante las 24 horas, especialmente lo que está en el aire de la RFA.



Basada en el poder de un derecho especial para los aliados y protegida por leyes, vigilada por fuerzas de protección y seguridad siempre lista para disparar, envuelta por rejas de acero vigiladas con cámaras de circuito cerrado y provistas de detectores electrónicos, la SSN se ha desarrollado hasta llegar a ser una organización monstruosa, la cual opera en un vacío político persiguiendo sus propios objetivos desconocidos.



Nunca antes, en ningún momento de la historia de la humanidad, ningún poder de la tierra ha tenido a su disposición algo ni remotamente similar; ataques con escuchas que cubren todo el globo terráqueo. Lo que ministros o presidentes hablan en reuniones ministeriales, lo que se habla en casas reales o en los pisos de los máximos dirigentes de grandes consorcios, si los generales se emborrachan o los embajadores se divierten sin sus esposas, todo se registra en cintas y discos magnéticos.



El servicio secreto estadounidense escucha en todas partes y a todos. Ya sea lo que Gorbachov dice en el Politburó, cuáles acciones los banqueros suizos piensan vender próximamente en la Bolsa de Nueva Cork, cuáles opiniones tienen los miembros de la organización Alternativa Liste berlinesa acerca de sus opositores políticos liberales, de todo se entera la ASN.



El Gobierno de Estados Unidos gasta varios miles de millones de dólares al año para que no se le escape ni una palabra, ni una conversación, orden, señal o impulso electrónico que pudiera tener alguna relación por remota que parezca, con su seguridad nacional.



Agentes del servicio secreto alemán saben desde hace mucho tiempo que el secreto de transmisión a larga distancia, la protección legal de la “palabra dicha no públicamente”, ya no tiene validez.



Quienquiera que tome en su mano un auricular telefónico entre el Mar del Norte y los Alpes, tiene que estar consciente de que la ASN estará también conectada a la línea.



Todavía hoy, la Policía Federal y la Policía de lo criminal Federal aprovechan los grandes escuchas de la potencia de ocupación, la cual, como una aspiradora electrónica, recoge, filtra y registra todas las comunicaciones de información y transferencia que existen en RFA.



Es extraordinariamente poco frecuente que se den a la publicidad fracciones de grabaciones hechas directamente por las instalaciones de la ASN. Así, por ejemplo, en el derribo del avión comercial Jumbo de Corea del Sur por un avión de caza soviético, cerca de la península de Bajalin el primero de septiembre de 1983, en donde perdieron la vida 269 personas, los de la ASN habían grabado el intercambio de palabras por radio de los pilotos militares, que habían tomado el avión comercial por un avión espía occidental, con su base en tierra.



-Las orejas del Tío Sam, Herman…



-¡Qué orejas tan grandes tienes Abuelita…! ¡Ah! ¡Pobre Caperucita… nadie te podrá defender!



-Herman recita con voz impostada el discurso del lobo y la tierna e inocente presa…-.



-Lo tienen todo, no hay duda, especialmente después de la caída del bloque soviético-.



-Más que todo, Tito, lee lo siguiente…



“También el conocimiento de los estadounidenses de que empresas alemanas estaban participando en la construcción de una fábrica de gases en Libia, se tiene que atribuir a conocimientos captados y registrados por la ASN. Un barco estadounidense provisto con las instalaciones electrónicas necesarias, estacionado en el Mar Mediterráneo, captó las conversaciones telefónicas entre Rabta y la empresa Imhausen en la región de Lahr, valorándolos suficientemente para dar la alarma.



Un alto funcionario de los servicios secretos alemanes puede “imaginarse fácilmente” que la ASN está interesada en escuchar lo que el Senado de Hamburgo tiene que conversar con el Ministerio del Interior de Baviera. Este funcionario sabe muy bien cómo hacen los técnicos norteamericanos para lograrlo: los números telefónicos de ambas oficinas oficiales se registran en la computadora encargada de la escucha, la cual hará el trabajo para que las antenas parabólicas busquen con diligencia los canales de haces comprimidos de las transmisiones de los servicios de correos federales alemanes.



Debido a que toda comunicación de cierta distancia se hace por medio del correo, como una señal compacta, y a que cada una de ellas por los números del emisor y del receptor, la computadora sólo tiene que “pescar” la deseada comunicación de dos números que tiene registrados y poner a funcionar una grabadora.



Lo que prefieren reunir los servicios de espionaje estadounidense, según informan agentes secretos alemanes, son “datos y cifras correspondientes a la economía”. De vez en cuando, colegas suyos estadounidenses sorprenden a sus contactos alemanes con “serios y curiosos detalles de la vida privada” de personajes prominentes alemanes: “Esos escuchan todo lo que quieren y retienen lo que más les interesa”.



La central de esta superautoridad está a sólo 30 kilómetros de Washington, en el interior de una colina del estado de Maryland.



El ex ministro de Relaciones Exteriores estadounidense, Harold Brown, describió las medidas del enorme aparato en la forma siguiente: “Estados Unidos gasta anualmente miles de millones de dólares para mantener y perfeccionar el más inteligente y más capaz sistema de espionaje que jamás se haya dado en el mundo”.



Lo que el FBI y la CIA hacen, era conocido y aceptado por la generalidad del público estadounidense. Sin embargo, no fue hasta que el director general de la ASN, Lew Allen, reveló en octubre de 1975, ante un comité del Congreso de la Unión que nada funcionaba en los otros organismos sin la ayuda proporcionada por la ASN, cuando se supo cuánta importancia tiene ésta en el gobierno de Estados Unidos. Después de terminarse la guerra de Vietnam y amainar el escándalo de Watergate, el Congreso estadounidense reveló al público la importancia que tiene este servicio secreto especial.



¿Qué te parece, Tito? Y eso es sólo un botón, un botón de muestra. Lo que nosotros mismos manejamos ahora es muy superior a aquello… cinco años atrás.



Tito queda un largo tiempo pensativo, sin siquiera mirar a su amigo… “Librarse del espionaje cabeza a cabeza. La máquina de matar los pensamientos. De matar los sentimientos. ¿Destruir la máquina? Gran tarea. Difícil tarea. Antes de soltar al aire este pensamiento habrán lanzado los perros azules de dos patas y los entrenados de cuatro patas para detectar la ultra baja emisión del pensamiento subversivo. Buena tarea de psicólogos, y de sociólogos: detectar los pensamientos. Los subversivos. Y pensándolo bien no es tan difícil: el subversivo detesta los multifamiliares; respuesta: su mente emite una pequeña señal de fastidio que se traduce en banda negra. Al fastidio llega la ira claustrofóbica de edificios iguales, pasillos iguales, cuartos iguales y alimentos iguales “¡Vendidos en todo el Mundo por Alimentos balanceados para Vivir Mejor, Gozar Mejor, Amar Mejor y Globalizar Mejor!”, la empresa Transtodo que compró todas las acciones de toda la competencia en balanceados en todas las bolsas del mundo en este octubre, en este jueves grisáceo del mediodía.



El fastidio y la ira en claustrofobia, más otras y otras y otras emociones, atrapadas en bandas de todos los colores, expresadas en una interjección o un pequeño discurso familiar lanzado al aire, aún puerta y ventana cerrada le llega a la máquina o la máquina llega a las inocentes huellas sensoriales. De allí hasta la llegada de los perros al multifamiliar hay unos minutos, a veces segundos, para correr, no para escapar. Escapar es imposible. Todo está hecho y organizado para evitar el escape. Como fue un tiempo Alcatraz. Aunque ese día hubo una gran sorpresa en Alcatraz… ¿recuerdas, Henry?”



Gracias Herman, le dice, en lenguaje sordomudo, codificado para aquellos fines. El torpedo en la oficina es el truco escolar aparentemente más primitivo pero el único alejado de las cámaras que vigilan cada instante de la labor.



Este lenguaje sordomudo fue idea de Herman. Tiene una simbología cruzada que permite cualquier idea. Muchas de ellas la expresan a veces con sólo una mirada y nunca repetitiva en un encuentro. Un día filmaron una conversación y esto les permitió corregir muchos errores. Ahora es una muralla; eso creen y, pensando en el último episodio de Alcatraz, tratan de innovar y corregir, día a día.



Herman tiene genio. Talento natural para la creación, y se ha hecho a sí mismo; desde su más temprana niñez. Hasta los dieciocho años vivió en el mismo barrio en que nació. Un destartalado barrio obrero, en la periferia de Nueva York, con sus pequeños negocios, sus vicios, su vida difícil y bravura. Una especie de “Villa de los Perros”, en ingles. Tan pobre que ni siquiera le interesaba a la mafia para extender sus tentáculos; y es que no había nada que sacarle. Todo era poco, excepto el ansia y la voluntad de vivir.



Tal vez por ese origen simpatizaron. Muchas veces, después de escuchar sus aventuras y desventuras, sus guerras con otras pequeñas pandillas de barrios más afortunados, se sintió otra vez en la “Villa de los Perros” y rió largamente cada historia suya; un poco que eran realmente cómicas y, en otras, porque eran sus propias aventuras, solo que en otro lugar del mundo; como si en los actores diferentes se hubiese duplicado algo, y repetido ejercicios, ejercicios necesarios para llegar a una zona de confluencia y obtener un resultado desconocido. Por asociación de ideas recordó entonces su último recuerdo con Green en su parcela camino a Talcahuano. Recordó sus propias palabras de esa noche desgarrada entre el encuentro de Erika, su versión de dos días con sus soles y sus lunas, con sus risas y su amor desbocado y luego ese terrible terremoto desfasado dos días y que era imposible ignorar porque destruyó medio país y el mar lanzado tierra adentro, hasta sus orígenes.



Y él con esa laguna en el tiempo. Viajó la noche anterior al terremoto y maremoto. Aún conserva el billete del tren, de cartón blanco y letras verdes, perforado tres veces antes de llegar a destino. Piensa “destino”, porque Erika estaba a su lado, aparecida entre las sombras en el pasillo, junto a él que miraba la noche desde el ancho ventanal del coche dormitorio, pensando, pensando exactamente en ella. Recuerda que, aún de espaldas, adivinó cuando llegó con su presencia desdibujada, aún sin identificarla plenamente en la noche del corredor, mal iluminado por la bombilla del techo, cubierto de cagadas de mosca. Recuerda que sus manos se alzaron y abrieron el pelo de su rostro hasta quedar descubierto ante sus ojos. Esa era su manía, desde pequeña, mirarle iluminada desde una distancia infinita. Recuerda que sus pupilas brillaban en la noche y el brillo cambiaba de sitio por el bamboleo del convoy y sus manos que apretaban su pelo contra la nuca con una presión tibia y recuerda… recuerda su cuerpo, hechos uno en la litera, el crujido de los bogues y el tracatrás, tracatrás, de las ruedas desajustadas del tren en la separación de la junta de los rieles.



Esa laguna del tiempo… recuerda que estuvieron en Temuco, en ese enorme edificio de madera que se anunciaba en la puerta de entrada con un globo terráqueo en rojo: Hotel Continental. Y las grandes puertas vidrieras con cortinas dobles y el ventanal que dejaba entrar en lo alto la luz del farol en la calle. El choapino araucano a cada lado de la cama de pilares de bronce y perillas opacas de metal. Había un cuadro, un óleo, con una marina de Pacheco Altamirano y en un muro un mapa bello, con los volcanes próximos, dibujados por el pincel maestro de Pedro Lobos. Todo eso recuerda y su enagua roja, como la lava del volcán dibujado en la pared. Y el rojo de su ropa interior contra el cuerpo de bronce con algunos de los rasgos lejanos y dulces de Marlén, ahora en un rostro nuevo, alumbrado por el agua grisazúl de su mirada.



Dos días y aquella laguna del tiempo. Porque el amanecer debió ser el feroz terremoto rugiendo desde la cordillera hasta el mar; y, sin embargo, para ellos fueron sólo los dos días, con sus soles y el otoño caído en la plaza, en hojas amarillas al pie de los viejos tilos. Sólo eso fueron y sus noches estrelladas, con sus lunas frías cubriéndolos; ¿qué dijo Green en su casa taller, camino a Talcahuano? ¿El tiempo suspendido?



¿Otra vez soñando, Tito?



¡Es parte de mí, Herman!



A veces quisiera meterme en tu cerebro para entender tu porfía y tu locura del tiempo hacia delante, hacia atrás, hacia todo, en todo momento. ¿Y un ovillo? ¿Un ovillo espacial con segundos, minutos, horas, siglos, milenos, entrelazados entre otros millones de milenios?



¡Sí Herman! ¡Y yo en la superficie, en un momento, esperando sólo la millonésima de tiempo para saber dónde y cuándo zambullirme en ese ovillo!



Para eso sería necesario que el universo fuese abierto. Y yo creo en Rees, con su universo cerrado.



Error de Rees. Los hoyos negros son el final y también el principio.



Como ha dicho Hawking, nuestro BIG-BANG es uno más entre millardos de infinitos millardos de hoyos negros, buscando lo desconocido. Hawking está muy cerca de la verdad; sólo tiene que pensar en conos, conos invertidos para captar esa banda y situar la Gran Explosión en la unión de los conos inversos. Ojala el destino le dé el tiempo necesario para que la idea le llegue plenamente. Y la pueda mostrar en números.



¿Y todo eso hecho un ovillo de hilos cónicos infinitos? Pareces muy seguro Tito.



Es un solo camino, Herman, porque los hilos son pliegues en el cono; unos pliegues que le permiten al tiempo el racconto, las lagunas detenidos, las dimensiones paralelas.



Y ahora, aterrizando ideas y a tu mundo actual y a este momento, a este segundo, a este octubre negro, tu Sistema que Todo lo Tiene ha llegado a su encrucijada, a su único camino para salvarse y no le queda mucho tiempo… y es mejor que no cuente con el milenio…



Tu camino o “receta” para mi Sistema, que entre otras no es mi sistema, aunque viva y trabaje para él, no está mal, pero di, ¿cómo quieres llegar a ese punto exacto del tiempo? Si me convences, hasta te regalo unas horas diarias para ayudar a tu teoría.



Trato hecho mi querido Watson.



“Watson” lo quedó mirando con simpatía. Su amigo ya trabajaba en la compañía cuando él llegó; le llamó la atención la mata de pelo liso, negro y largo, caído con descuido sobre el rostro. Así parecía mirar con un ojo. Unas veces con uno y otras con el otro. Vestía ese invierno un grueso suéter gris, de lana de llama, tejido a palillo, unos pantalones de pana y zapatos sports, de gamuza. Sus ojos, o el ojo de turno que le miraba, era café oscuro e inquisitivo. Cuando los presentó el jefe de personal le dijo sencillamente: soy Ernesto. Luego compartieron las horas del ajetreo delante de sus respectivas pantallas y los tres minutos cronometrados del café.



Por su forma de ser se ganó su confianza y a los seis meses le había confiado, en sus horas libres, de su barrio neoyorkino y los distintos tipos de habitantes. Al hablarlo sintió que su vida allí florecía con una dimensión nueva y, descubrió de pronto, que podía interesar a alguien totalmente ajeno a ese medio, y a su propio país; porque Ernesto venía de muy lejos, de un lugar pegado o que era parte del polo sur. Pronto admiró su habilidad en el manejo y dominio de las computadoras. Podía hacer con ellas cualquier cosa, hasta más allá de los manuales, alternando chips o un puenteo a distancia en el circuito impreso. Un día le gastó una broma, respecto a su habilidad:



“Lo que ocurre, Herman, le respondió, es que soy una computadora biológica; pero pegada al corazón, al espíritu y al raciocinio”.



Una tarde correspondió a sus confidencias de niñez y adolescencia con las propias y le sorprendió la semejanza del ambiente, con la sola diferencia del suyo, tan neoyorkino, tan urbano, y aquel otro entremezclado de vida rural y pueblerina, aunque igualmente vital, con sus gentes heterogéneas y su vida fluvial.



Un día de bruma y nieve, con la nostalgia enredada al final de una semana dura, su amigo le habló de Erika, el viaje increíble de dos días fuera de control y entonces se le apareció otro Ernesto; casi una flecha ardida viajando sin desmayar, buscando en los días triviales una puerta invisible en el espacio-tiempo. Eso fue hace mucho y la confidencia jamás volvió a mencionarse, hasta hoy.



Desde el lugar en que se encuentran ahora, sentados frente a frente, en el restaurant situado en el piso octavo del edificio construido frente al río, pueden distinguir el ajetreo en los muelles y la interminable circulación de barcos, remolcadores y lanchas sobre el Hudson. Aún con ese mundo de movimiento desfilando ante sus ojos, siguen sumergidos en la conversación y no se detienen a observar.



-El viernes pasado- dice Ernesto- estaba pensando en el día veintinueve del octubre negro y el efecto tequila. Se taponó el hueco con inyecciones falsas, como siempre. El préstamo quedó en arcas gringas para cubrir a sus propios especuladores que vieron perdidos, por un día por lo menos, sus inversiones en la Bolsa mexicana que les prometió intereses duplicados o triplicados. El ajuste funcionó bien, sólo que sucede que los trabajadores mexicanos tendrán que trabajar y pagar los platos rotos por otros veinte o treinta años.



-El que paga es siempre el chico, ya lo sabemos, Tito; el problema es cómo detienes la máquina y con qué la reemplazas para cambiar el naipe y responder a los pequeños. Nos tienen de los huevos, mi amigo y yo no veo cómo zafarnos.



-Debe pensarse bien y jugar todos los tiempos, Herman: pasado, presente y futuro…



-Lo dices muy fácil… y rápido, yo no veo cómo…



-¿No te dice nada octubre negro, la crisis de 1929 y lo de hoy? Lo de ahora es el efecto arroz o asiático y fue peor que octubre; con una variante interesante: 1929 y Octubre de 94 están muy lejos, incluso la guerra más feroz de la historia metida entre ellos. Y la otra variante es que el efecto tequila y el efecto arroz están tomados de la mano. El Muro Billete Verde, el Muro Gringo inició su caída y los efectos concatenados: efectos tigres, jaguares o el segundo knock-out de los que cayeron una vez o cualquiera que sean sus nombres en el futuro inmediato, empiezan a sucederse, como una lluvia, y ya sabes que después de la lluvia viene la granizada. Lo vemos todo el día en nuestras pantallas, ha estado allí, anunciándose frente a nuestros ojos y no lo hemos aprehendido antes: no hay nada estable: viajamos en un ascensor con efecto retroactivo… y sin puerta de salida. Y no es sólo la manipulación de los especuladores. En el fondo del asunto, la Gran Máquina, tu Sistema que Todo lo Tiene, no tiene construido nada firme. Por eso se mueve tan fácil y tan rápido y no olvidemos la inercia, porque así empieza un tifón, un ciclón o una bola de nieve.



-Pero recuerda que este Muro Verde aún es muy fuerte; no es el Muro de Berlín. Por otra parte, ¿así explicas las ventas masivas y las fusiones por especialidades prioritarias?



-Así es, mi amigo, y el problema grande es que están quedando concentradas en pocas manos…



-Más bien en pocas cabezas…



-Tienes razón, en pocas cabezas y el peligro más grande es que llegue a quedar en una sola cabeza. Históricamente sabemos que una sola cabeza es incapaz de resistir las tentaciones del diablo. Y como la vida es corta… el problema son los herederos…



-La cuestión entonces es qué hacer, cómo, cuándo y dónde.



-Me suena a frase conocida, Herman…



-Es que, después de todo, nada es diferente, solo han cambiado los actores, los ropajes y la cantidad de gente involucrada.



-Eso es cierto; ahora, en cuanto a Cómo, y Dónde, pienso que tú tienes la herramienta y el cerebro. El Cuándo es algo que podemos manejar juntos. Nos llevará su tiempo, largo, muy largo, especialmente en horas sin sueño. Pero lo sacaremos, estoy seguro.



-¿Y tu investigación con el tiempo y su desfase espacial?



-Eso, mi querido Herman, es algo que vendrá por añadidura. Ni lo dudes; habremos muchas cabezas y mucho talento reunido para solucionar el problema y quizás tenga la fortuna de ver un resultado. Pero, para eso, necesitamos primero congelar tu SISTEMA QUE TODO LO TIENE y su máquina de matar los pensamientos…



-… y los sentimientos, Ernesto; no olvides tus lecciones villanas y las de mi barrio en Nueva York.



-¡Un salud por eso, Herman!- y después de brindar clavaron la mirada por los muelles, por los remolcadores de bordas casi pegadas al agua, los lanchones lentos río abajo y los grandes barcos arribando anunciados por las sirenas roncas. Entonces sienten la vibración que cruza el aire y golpea con saña los vidrios de las ventanas. Esa vibración le recuerda a Tito que llegaron hace dos horas al restaurant y controla el minúsculo escudo electromagnético, oculto bajo el prendedor de su corbata.



El escudo es su propia mejora del que opera en su ofician para proteger al Gran Jefe. La gran diferencia es el tamaño y su acción suficiente para ellos dos en un radio de mil metros. Nada cruza ese escudo. Ni los mejores equipos de las colinas de Elm.



-MI SISTEMA QUE TODO LO TIENE, -contesta irónicamente Herman, no es fácil de congelar. Hace pocos años lo lograron los árabes con el embargo petrolero. Pero mi sistema aprendió la lección. Ahora tiene petróleo asegurado por muchos decenios con nuestros vecinos, el traspatio, desde el Río Grande al Polo Sur. Y la gran reserva está justamente en donde se concretó el embargo. Lo mismo el Oro Negro de Bagdad, y Teherán; ese no saldrá de sus garras después de “Tormenta en el Desierto”.



-¡Buena respuesta, mi querido Watson! Apagar la luz a Lucifer no es fácil, pero tampoco imposible… ¿Qué pasa si todo el mundo trabajador ora siete días antes de Navidad y otros tantos después… por el No, a la Guerra, por ejemplo?



-¡Adiós Cero Stock! ¡Adiós Cero Todo! ¿Y todo el mundo en TODO EL MUNDO…? Técnicamente eso puede ser el equivalente de “Cómo Hacerlo” ¿y el DÓNDE?



-Eso, Watson, es la herramienta que mejor manejas.



-Me dejas frío, villano. Y eso que esto es simple especulación. Aunque técnicamente mis pantallas pueden lograrlo. Ahora mismo no sé cómo pero pueden lograrlo… en todo el mundo a la misma hora- Herman se queda mirando pensativo hacia los muelles activos, en donde estibadores invisibles mueven cientos de grúas. Las horquillas agitan sus brazos gigantes y vacían las bodegas de los barcos atados a los espigones. Y se imagina de pronto todo ese ajetreo inmovilizado por una fuerza irresistible. Y cada quién en su casa, orando, orando dos bellas semanas. Y nada ni nadie en las calles. Y ahora un giro a los viejos libros, a la luz de unas velas. Tal vez alguien leyendo a toda la familia para alargar la vida de la cera, el pabilo y la misma lectura y visitar con alma renacida los muros de fantasía de viejos y olvidados escritores. Renacer la música, quitar el polvo a los antiguos instrumentos y agitar suavemente las cuerdas; rescatar las flautas melancólicas y sumergir a los niños en un mar nuevo, en un mundo rescatado a lo antiguo; regresar otra vez a la vida.



Herman imagina a su gran jefe en la pantalla, iracundo: ¡Quiero respuestas Herman…!



¡Presiento que tu suel… tu sue… tu su… tu s… t….!



¡Diablos, qué diabólicamente divertido! ¡Condenado villano! ¡Es el huevo de Colón!



Tito adivina y ve todo lo que pasa por la mente de su amigo. Y lo deja solo, entregado a sus ensoñaciones mientras camina hacia los sanitarios. Le ha plantado la idea en la cabeza como un árbol nuevo. Sabe que se estará en su cerebro como una semilla que busca primero su hábitat antes de iniciar la germinación. Así trabajará este arbolillo, esperando su primavera para iniciar el viaje de sus raíces por la tierra nueva que estaba, tal vez desde siempre, esperándole.

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