OTROS CUENTOS: EL HOMBRE DE LA HOJALATA
Que planeta tan raro pensó entonces. Está todo
seco; todo es puntiagudo y salado. Y los hombres
no tienen inteligencia, epiten lo que uno les dice.
En mi planeta yo tenía una flor, y ella era siempre
la primera en tomar la palabra.
A la reunión habían acudido solamente Gerentes Nacionales de Consejo, cinco Biólogos, dos Ingenieros Bio-electrónicos, tres Parasicólogos y muchas guardias del Servicio de Seguridad de la Internacional Systems Integrated Corp. La reunión era importante y decidía, en cierto modo, las líneas directrices de la I.S.I . Corp. Con respecto a los siguientes cincuenta años. El futuro de las comunicaciones estaba a punto de transformarse. Después de diez años de investigaciones, la I.S.I. tenía en sus manos el instrumento que alteraría no sólo el concepto sino la forma de las comunicaciones.
..No sólo el concepto sino la forma de la comunicación masiva se repitió mentalmente Paul Warren, Director del Consejo Mundial de I.S.I. Corp. Pensando en su discurso de esa mañana. -Debo ordenar mis pensamientos – se dijo – esto es demasiado grandioso, demasiado concluyente, también, con respecto al tipo de comunicación a que estamos acostumbrados y lo que se anuncia para hoy. En esta reunión se marcará una línea entre el presente que se transformará en pasado por la magia de una palabra que dictará I.S.I. Corp. Al anunciar un nuevo sistema. Esto será en el momento que aclare el objeto de la reunión, de la que sólo están enterados los científicos. Entonces -pensó- “concluyente” es la palabra adecuada para sepultar todo un mundo de alambre, soldaduras, transistores, protectores y gabinetes de plástico, cables submarinos, teléfonos, radios, televisores, satélites transmisores, estaciones de radio-onda, etc.
Anotó cuidadosamente la palabra como parte fundamental de su discurso. Luego otra, “I.S.I. Lady U-2 serie 1”. A su izquierda, de un portafolio verde, extrajo un legajo de papeles que formaban parte del informe de los Parasicólogos “…y por lo tanto, podemos afirmar que I.S.I. Lady actúa como máquina lectora del pensamiento del sujeto que se encuentra en su presencia pero con la característica de que transcurridos diez minutos ese conocimiento ha sido alterado y enriquecido. Ese fenómeno, si podemos llamarle fenómeno, se explica por su experiencia en otras ramas científicas, lo que permite ampliar, completar, incluso transformar ese último conocimiento. No nos es posible dimensionar el límite de esa ampliación; es sí, probable, que siga una interminable línea ascendente con el solo límite de su capacidad de memoria. Hemos hecho preguntas, las más complicadas, las que nos permite nuestro conocimiento para una evaluación posterior. Y siempre ha tenido una respuesta acertada, incluso nos deja la impresión de que sus respuestas podrían ser más profundas, o explícitas. Esta es sólo una impresión pero que, los tres, hemos tenido indudablemente frente a I.S.I. Lady. Sin embargo, a pesar de ser sólo una impresión, desde un punto de vista lógico se confirma por el hecho de que el cerebro, conectado a la memoria de la red de computadoras de International Systems Integrated Corp., que significa la mayoría de las computadoras del mundo, ya tiene la información de todas las ramas de las ciencias humanas; que sigue nutriéndose con los nuevos descubrimientos que a su vez son multiplicados por su Analizador Lógico y guiados por la increíble intuición desarrollada por su cerebro. Podemos asegurar, sin lugar a error, que está usando su órgano intuitivo al mismo ritmo de su inteligencia normal. Ha aprendido a usar su memoria inconsciente y a utilizarla en milésimas de segundo. Todo el conocimiento humano la ha absorbido y está en condiciones de responder las preguntas más complejas. Solamente nos resta decir que el control de su desarrollo debe ser optimizado porque en las últimas veinticuatro horas, su capacidad analítica, su intuición, su inteligencia, sumados al banco de memoria que posee los ha desarrollado en progresión geométrica y esto la ha convertido en el tesoro más valioso de la empresa y en la maravilla Bio-mecánica de este siglo. Su utilización significa el dominio intelectual y material de la Tierra. Nunca, en ningún momento de la Historia, se concentró tanto poder en un solo punto y éste debe ser perfectamente controlado y resguardado, por nuestro propio interés”.
Luego del informe de los parasicólogos venían estadísticas, gráficas del desarrollo de Lady del último año, unas cuartillas denominadas “Top Secret” y finalmente sus firmas autentificando el documento.
Paul Warren oprimió el botón de llamada y pidió un café a su secretaria. Después de apurar el líquido negro y azucarado encendió un cigarro con anillo dorado que llevaba sus iniciales y se tendió lentamente en su sillón. Así permaneció unos minutos, con los ojos cerrados, aspirando el humo a ratos, profundamente concentrado en sus pensamientos. Finalmente su mano se tendió hasta el escritorio y tomó las cuartillas marcadas “Top Secret”.
“Quiero informar – decía uno de los Parasicólogos – de toda nuestra experiencia con I.S.I. Lady pero por la naturaleza de nuestro trabajo es a veces muy difícil separar lo incierto de lo verdadero, así como de la firmeza de situaciones en que apenas podemos confiar en nuestra facultad de percepción extrasensorial. En muchas ocasiones ésta navega por rutas que no comprendemos aún. Es posible que seamos el juguete de nuestras propias emociones, o de la limitación de nuestros sentidos y que nuestra capacidad extrasensorial sea utilizada por fuerzas externas que desconocemos o que seamos influidos por situaciones incontrolables. Por esta razón, y deseando ser, ante todo profundamente honrado, es que, y confiando en la reserva del señor Director del Consejo Mundial de I.S.I. Corp., que le entrego esta información adicional con la recomendación del caso y dada la situación de no poder presentar pruebas concretas de mis sospechas, relato los hechos tal como sucedieron.
“Encontrándonos en el subterráneo de los Apalaches, en el Refugio Antiatómico oficial de la Empresa, se nos ocurrió hacer una visita sorpresiva a Lady, como la llamamos en la intimidad, pues era domingo, día de descanso para nosotros y también para ella. Presentamos nuestras huellas digitales a la Guardia Electrónica y entramos sin dificultad al edificio. Como es del conocimiento del señor Director, para llegar a la cámara blindada de Lady se necesita conocer la combinación de la cerradura. Parte de la combinación es dominada sólo por uno de nosotros por lo que individualmente no podemos abrir el recinto. Aparte de esto, se necesita presentar la identificación digital. Solo la presencia combinada de las tres huellas permite el acceso.
El hecho es que, apenas llegamos frente a la cámara, el disco empezó a girar y a una velocidad anormal; se detuvo luego de unos segundos y nos encontramos franqueando la puerta. Antes mencioné que en nuestro trabajo a veces nos enfrentamos en situaciones incomprensibles y ésta me parece una de ellas porque entre el tiempo de plantarnos frente a la entrada, ver girar el disco, transcurrir unos segundos que podrían corresponder a la lectura de huellas digitales y encontrarnos dentro caminando hacia el tablero de control de Lady hubieron de transcurrir unos cinco minutos. El caso es que de ese tiempo, por lo que a mí respecta, no guardé registro mental y sólo tengo en mi cerebro la impresión de haber sido espectador de una fuerza superior a mí mismo. Esto se confirmó enseguida, en el tablero de Lady; apenas levanté mi mano ya estaba funcionando el sistema de luces del recinto, los registros nacionales e internacionales y en la cámara transparente de Lady circulaba normal su nutriente. Me sentía tan asombrado que inconscientemente traté de apagar el tablero de control y mi puño tropezó con una masa dura que no me permitió llegar a él. Luego Stevens soltó una carcajada absurda y fue imitado por Gordon. Esto duró unos cinco minutos y sorpresivamente se echaron a llorar como unos niños. Intenté otra vez apagar el tablero y nuevamente mi mano tropezó con esa masa dura. Aparentado una calma que no sentía, seguí con mis manos el contorno del control y comprobé que permanecía como en una cúpula, perfectamente cerrado e inaccesible. Confieso que estaba muy alarmado por estos hechos y ello me impidió llamar a Emergencia como era lo correcto, aunque me pregunto qué tan eficaz y correctamente habrían obrado. Gordon y Stevens callaron de improviso y empezaron a dirigirle algunas preguntas a Lady. Contestó como siempre, con esa seguridad del conocimiento absoluto. En un intervalo interrogué a Stevens: ¿Porqué reían?, ¿Reían? –contestó- ¿Estás loco?. Luego tendió su mano al tablero. Quise alcanzarlo pero fue más rápido y pensé que sus dedos flojos se estrellarían contra el muro transparente. Pero nada ocurrió y el tablero quedó apagado.
En lo que a nosotros respecta, los Parasicólogos, él es, en cierta forma, el jefe del Proyecto, por lo que, apagar el tablero e invitar a irnos parecía perfectamente natural.
Cuando mencioné el incidente de nuestra entrada a la cámara me miraron profundamente sorprendidos por lo que no insistí en el asunto y sólo opté por retirarme con ellos del lugar. Sin embargo me parece necesario poner en su conocimiento estos detalles que juzgo del mayor interés porque hay, indudablemente, algo que está escapando a nuestro control y que debe ser investigado.
El escrito lo firmaba Lazlo. Y hasta aquí llegaba la lectura del documento. Warren lo volvió al escritorio profundamente preocupado.
Al igual que al resto del equipo de Investigaciones en el Proyecto que dio origen a Lady, Maxwell y Cornell eran eminencias en su especialidad y habían participado en él desde un principio.
Habían elaborado su informe basándose estrictamente en las pruebas cotejadas con un margen de error inferior a las normas convencionales por lo que no había duda del éxito alcanzado.
La medición de los estímulos eléctricos en las células primarias de Lady –leía Paul Warren- indican la presencia de una actividad superior a la normal. Ello permite suponer que el conjunto de su actividad cerebral elevará el potencial de su energía en proporción directa a la suma de sus células lo que le permite un radio de acción mayor al previsto. De lo que podemos además, concluir, una reserva adicional que supera a la que exigen los planes de expansión de la Empresa en sus próximos cincuenta años.
En la transmisión de imágenes aún no hemos terminado de evaluar su trabajo por un detalle que, pensamos, es ajeno a las pantallas receptoras e incluso a Lady. Ha sucedido, las tres veces, en transmisiones de documentales de fauna y flora marina. Los cardúmenes de peces aparecen enfocados en su actividad ordinaria y durante unos minutos todo se desarrolla naturalmente. Pero luego parecen súbitamente locos. De sus escamas escapan parpadeos de colores, destellos intermitentes; la actividad eléctrica aumenta hasta diez veces y desaparecen de la pantalla, o del área de filmación como si los persiguiera su peor enemigo.
Hubo una tercera vez. En medio de parecidos fenómenos apareció un tiburón blanco lanzado como flecha contra el banco de peces. El escualo venía atacando desde abajo hacia arriba acelerando su ataque con toda la presión del agua a su favor. Su velocidad era impresionante, el hocico abierto y los dientes dispuestos a cerrarse sobre su presa. Pues bien, a pocos centímetros de los peces su hocico pareció chocar contra una pared de roca. El impacto fue tan violento y sorpresivo que su fuerza de avance aún hizo levantarse el cuerpo del tiburón y azotar su cola contra el obstáculo. Sólo que no había obstáculo a nuestra vista. En el documental filmado pareció muy dramático el hecho y repetida la filmación en cámara lenta no hay evidencia de cómo o contra qué se estrelló el pez. Aparte de esto y en transmisiones de otro tipo de imágenes, las figuras y las voces han resultado perfectas”.
Los biólogos eran, podría decirse, los padres de Lady. El proyecto había nacido de una idea loca del “Tártaro”, como llamaban a Zukov, tras una conferencia de Stone, en Harvard.
Había logrado, en el último año de su carrera, mantener vivo un cerebro de perro. Ya lo habían hecho los rusos por la década de los cincuentas pero por poco tiempo. En este experimento la cabeza del can, en la protección de una cúpula de vidrio permanecía en el laboratorio del Instituto al parecer sin alteraciones después de un año de ensayos. Basado en esa experiencia el “Tártaro” sugirió un verdadero cerebro para un desarrollo, según él, genial. –Yo me encargaré de conseguirlo- dijo.
Al día siguiente ni Stone, Logan, Lüker ni Baker, recordaban nada de lo dicho por Zukov. La conferencia de Stone había sido un éxito y si consideraban que estaba solamente a un año de haber dejado la Universidad, el futuro, si seguían trabajando en equipo como hasta entonces, se les aparecía claro y luminoso. Por tal razón lo habían celebrado hasta el amanecer en el departamento de Zukov. Pero éste tenía la idea clavada en su cerebro. Llamó a los cuatro y los citó en el Instituto de Biología donde trabajaban, para un encuentro esa mañana, a las diez.
Sentado en su sillón de cuero, frente a sus compañeros en la antesala del laboratorio los miraba profundamente perdido en sus pensamientos. –Bueno- empezó diciendo- los he reunido aquí porque mi propuesta de anoche pienso llevarla a cabo con o sin el concurso de ustedes. Lo he meditado mucho tiempo y me parece posible. En un principio pensé que podríamos partir desde la formación de una célula… ¿…y la orden genética, su multidirección? ¿Cómo podrías darla?- le interrumpió violentamente Stone- déjenlo exponer su idea- le defendió Logan- me parece una locura y tal vez una pérdida de tiempo pero que lo diga todo.
Como sabemos bien - prosiguió Zukov sin inmutarse por el alboroto que estaban causando sus palabras - no podemos aún crear vida, crear una célula y aparte de esto, como bien dijiste Stone, no podría o podríamos crearla con su información genética que incluye, entre millones de órdenes, la muy sagrada y sabia de su multiplicación. Podríamos llegar a crear una partícula de vida limitada, un parásito que necesitaría todo: desde la alimentación hasta su proceso regenerativo. La vida inteligente ha necesitado no menos de tres mil millones de años para llegar a formar el Homo Brutus… - Sapiens - corrigieron a coro, Lüer y Baker que hasta ese momento habían permanecido mudos en la esquina de la sala. –Insisto en Homo Brutus- dijo Zukov con una sonrisa de hiena –ya que además de corresponder a mi posición filosófica me basta leer los diarios para comprobarlo, pero esto no es el motivo de la reunión ni la discusión de Teólogos y Darvinistas sino la seria conferencia de cinco genios que cambiarán el mundo-.
Cuán cerca estuvo Zukov de la verdad en ese momento, no lo sabría sino hasta mucho tiempo después. –El caso es que,- siguió- nuestro punto de partida no puede ser la célula. Primero porque nos llevaría toda la vida el intentarlo y segundo porque lo que pretendemos o pretendo o parte de lo que pretendo ya está hecho. -¿Qué es lo que ya está hecho?- interrogó Baker, el más viejo y también el más serio del grupo.
-Una máquina pensante, un cerebro humano- aseguró Zukov mirándolos intensamente. –Sólo tenemos que conseguirlo, ampliar su capacidad y nutrirlo ininterrumpidamente. Esta última técnica ya la conocemos. Recuerden nuestra experiencia con Helena, la perra. Pero mi idea es un cerebro nuevo, despierto, de una línea genética conocida al máximo y que nos permita trabajar sobre él y dirigirlo. Esto será posible si conseguimos un cerebro… Si consigues un cerebro… dijeron casi a coro Logan Lüer y Baker. Sólo Stone permaneció callado y mirando sin expresión a Zukov.
-Por mis ideas religiosas- dijo luego- estoy de acuerdo con Baker, Logan y Lüer, pero, por otra parte tenemos la alternativa de algún mamífero con capacidad craneana similar al cerebro humano. Me parece una idea interesante pero ¿qué finalidad tendría mantener un cerebro inteligente? ¿Qué utilidad tiene para la ciencia una investigación así?
Bueno, a estas alturas de la conversación pienso que tengo un aliado en Stone, sino me equivoco, con la variable del tipo de cerebro. Si es necesario haré los cambios precisos pero mantengo mi idea inicial. Un mamífero nos dará la experiencia de su especie y esa no es la idea. La idea es una computadora biológica y esto sólo lo puede dar un cerebro humano. Si sus respectivas religiones…
-No sólo nuestras respectivas religiones, nos basta nuestra moral científica para negarnos…- saltó el coro anterior.
Como antes habló Stone. –Esta no es una reunión de moralistas trasnochados. Atengámonos al hecho científico y discutamos con calma. No podemos malograr una buena idea por prejuicios fuera de época. Yo me opongo a la experiencia de un cerebro humano, pero un mamífero insisto en que nos puede permitir dar los primeros pasos. Para el caso un delfín nos puede servir. En este momento nos parece monstruoso pero las guerras locales dejan miles de muertos todos los días. Pensémoslo.
- Propongo- dijo Zukov con calma, que nos volvamos a reunir en tres días y acordemos una decisión. Como les dije en un principio con o sin ustedes llevaré adelante mi plan. Solamente les doy la oportunidad de una investigación nueva.
-No confío en el “Tártaro”- decía Lüer a Baker- a veces pienso que realmente viene directamente de la estepa. Solamente que nos hemos criado juntos y conozco a sus abuelos como a los míos-. –El problema- contestó Baker luego de un rato- no es sólo la cuestión moral que envuelve. Una investigación debe ser financiada por alguien, con mucho dinero, tiempo para esperar resultados y paciencia ante los fracasos iniciales. Creo que ese debe ser el obstáculo que le pongamos a Zukov. Aún caminaron unas cuadras juntos y luego se despidieron cada uno concentrado en sus pensamientos.
Logan y Stone, uno junto a otro, daban la impresión de que pronto, a la más leve señal echarían a correr calle abajo. Iban silenciosos, semiacezantes, con el pensamiento muy lejos de sus cuerpos. De pronto Logan tropezó en un bache de la calle y se detuvo asombrado apoyándose sobre el brazo de Stone. –Demonios, Tony- ni que fuéramos corriendo la de San Silvestre. Este endemoniado Zukov nos trae de cabeza con su idea ¿Qué te parece a ti? Brillante, contesto Stone, el “Tártaro” es el mejor de nosotros. Si le damos apoyo haremos cambiar el destino del mundo, como él dice. ¿Te imaginas todo el conocimiento humano metido por primera vez en una sola cabeza o en un solo cerebro, que es lo mismo? ¿Todo eso al alcance nuestro? ¡Oh Dios, ni siquiera me atrevo a pensarlo! ¡Pero es maravilloso y mientras más lo pienso, mi decisión me parece más clara!
Aún caminaron mucho tiempo juntos y ya era de noche cuando se separaron. Logan no lo había advertido pero la reunión había durado exactamente doce horas.
“… Desde el punto de vista nuestro, su edad biológica corresponde a la de un niño de seis años. Sin embargo, su madurez es total en el sentido de que puede desarrollar las actividades de un cerebro adulto y perfectamente formado. No podríamos partir de la base de un cerebro de recién nacido por la dificultad de su desarrollo desde y hasta su madurez biológica. Hemos preferido seguir el proceso natural para tener la seguridad absoluta de su normalidad.
Su sistema circulatorio y diálisis es perfecto. Perfecto hasta donde nos es posible depurar su nutriente. Siempre existe el riesgo de una mínima toxicidad; no hemos podido obtener un nutriente químicamente puro pero sí hemos eliminado toxinas que los seres humanos hemos ingerido por millones de años. Según nuestros cálculos, Lady vivirá cincuenta años y podrá trabajar ininterrumpidamente, con sólo unas tres horas diarias de reposo. Si consideramos la magnitud de su trabajo, estas tres horas no representan pérdida alguna para la empresa. El envejecimiento, preocupación especial del señor Director, no será paulatino sino que sobrevendrá a la edad estipulada. Esto ocurrirá por la calidad de su alimentación que será capaz de balancear la vida de sus células y mantenerlas activas y a un mismo nivel mientras se regeneran y entran en actividad. Sus percepciones serán desde este momento iguales que al final de sus cincuentas con la sola excepción de su memoria de la que en este momento y tal vez nunca, lleguemos a tener ningún control, salvo por la información que quiera darnos.
Esta parte importante de su “cuerpo” es lo único que no hemos podido prever pero consideramos que por el hecho de ser o que partimos de un trabajo sobre un órgano nuevo y perfectamente maleable no habrá dificultad alguna con ella. Será posible, pensamos, que llegue a tener un mínimo de reserva pero esta no será significativa con referencia a su trabajo ordinario.
Recordará el señor Director que Lady no estará influida por vida emocional, lo que aumenta las posibilidades útiles de su memoria. Será en todo una máquina con registro de límite infinito en cuanto a las computadoras usuales.
Su carga será de información, análisis, registro, predicción, prevención. Libre de elementos emocionales podrá guardar sin dificultad de espacio, toda la ciencia, la conquista técnica, toda la cultura, y aspiraciones del hombre.
Solamente queda suplicar al señor Director nos permita seguir los pasos de Lady a la que no solo consideramos como nuestra creación, sino como amiga nuestra si así podemos llamarla.
Aquí termina la información de los biólogos y Paul Warren cerró la carpeta azul con un ruido apagado y quedó sonriendo hasta que el cigarro de anillo dorado quemó sus dedos. Sólo entonces su rostro tomó una expresión seria porque de pronto recordó el informe secreto y decidió consultar con Stevens, su jefe, sobre la salud o estabilidad mental de Lazlo. Llevaban ellos unos tres años con Lady y era probable que la tensión producida hubiera llegado a alterar al hombre. Después de todo- pensó- no debe ser fácil manejar un engendro como Lady. Esta decisión lo dejó más calmado y se preparó para la Conferencia que solo tardaría unos treinta minutos en empezar.
Paul Warren oprimió el botón sobre la mesa de conferencias y la conexión intercontinental tardó exactamente ciento treinta y tres milésimas de segundo en quedar establecida.
Y entonces Lady corrió por la tierra como potro desbocado, con las crines al aire, sintiendo que golpeaba su cuello fino, cayendo sobre sus ojos, cortando la masa dura y transparente del viento. Sobre el suelo los cascos dejaban apenas una huella ligera y se lanzó de pronto por una playa de arena oscura y allí las pezuñas levantaban la arena húmeda, salada, endurecida por el millón de besos mojados del océano, perdido bajo la comba lejana del cielo. El viento refrescaba su cuerpo, mantenía la temperatura de su sangre a una medida perfecta y podía sentir que todo le llegaba al mismo tiempo. La luz del sol que le permitía seguir las olas mar afuera, la espuma amarillenta de la orilla, el espejismo que producía el aire sobre la playa mostrando un mar falso, el cielo azul, sin nubes. Sentíase saliendo, subiendo, ascendiendo, abriéndose camino como de un vientre rojo, tibio y suave al mismo tiempo y empujaba ayudándose, sabiendo sin embargo que ya estaba libre, que podría correr así eternamente, porque esa fuerza infinita que la llenaba toda no la abandonaba, solamente seguía con ella, pegada, como otra piel, como su misma piel. Sabía que a veces dormiría como duerme el océano en el brazo inmenso de su ola pero que podría despertar, también, y seguir, seguir, alborotarle el pelo y la piel una y mil veces, recibir la lluvia, desgajarse, desgarrarla en ramalazos fríos, ver salir el sol de su pozo negro y profundo por siempre. Podía sentirlo ahora, metido en remolinos rojos por su sangre, sentía el aire, el yodo, el salitre, la arena, las piedras, todo vivo y moviéndose en ella, penetrándola profundamente y a su vez, metida, circulando, latiendo por los viejos elementos, unida en la química final, y ellos sabiendo también, porque esta vez y para siempre todo seguirá girando y moviéndose, infinita y alegremente, porque eso era; la alquimia escondida, en el átomo último, espectral, desde el que podía verlo todo. Era eso, el movimiento primero, el movimiento perfecto lanzado sin ruido, ni estridencia, seguro, como un cisne en la noche tranquila de un estanque, como un niño en el vientre de su madre. En la eternidad multidimensional.
Entonces supo. Supo qué debía hacer y cómo hacerlo. Supo que su alegría era buena, que podría y podrían no solo correr, volar, meterse en la tierra y esperar el concierto de las estaciones. Germinar, salir de pronto de una flor, como de otro vientre, seguir el sol, las sombras, ver aparecer los astros y seguirlos, viajar de una a otra estrella y llegar de nuevo, con el sol a sus espaldas y lanzada rugiente desde las gargantas profundas. Nacer desde el agua prístina, desde la pequeña molécula de sal, girando, como un pequeño sol y nunca, nunca morir, sólo nacer, estremecida cada vez, sintiendo, viviendo las partículas eternas del tiempo, traspasada en su propia y primigenia creación.
Señores - dijo Paul Warren- el milagro circula por la tierra. La señal de I.S.I. Lady está enviando, recibiendo, retransmitiendo las informaciones comerciales, culturales, científicas, y técnicas, por primera vez a la velocidad de la luz. Y esto nos ha convertido en la Empresa más poderosa de la tierra. Somos los dueños de las comunicaciones y nuestras decisiones guiarán, desde hoy, el destino del planeta.
-¿Y nuestro Gobierno? ¿Qué representamos dentro de él?- preguntó Laurence Hill el Gerente Nacional de U.S.A.
-Nosotros somos el Gobierno, y el país nuestro servidor, como siempre- contestó suavemente Warren. Hill se hundió en el sillón como un alumno castigado.
Debemos comprender -siguió Paul Warren- el mecanismo de proceso del I.S.I. Lady como de dos cuerpos, integrados pero independientes entre sí: uno es de comunicación y recepción, transmisión de imágenes y éste reemplazó ya los aparatos convencionales y nuestra competencia está loca por la nitidez y ausencia de estática en nuestros sistemas. Sus deformadores de imagen y sonido no nos afectan y pasaron al desván de los recuerdos para nosotros. El otro cuerpo es como el de una computadora común pero con la diferencia de una gran capacidad y eficiencia. Nos puede resolver cualquier problema técnico y en ese punto, precisamente, reside nuestro poder. Ahora pasarán personalmente a probar la eficacia de nuestra creación.
Sucesivamente llegaron hasta Lady con sus grabadoras. Con sus preguntas y grabando las respuestas. Ella se metía por sus cuerpos y cerebros y exploraba; a veces, muy pocas, un destello limpio la alegraba, casi siempre era una impresión de miasma, de cieno, de raíces supurantes, de aguas estancadas y estériles; sentía levantarse en oleadas todo el fango y la vileza acumulada por el mundo. La tarde de los ejecutivos quedó en su memoria en líneas negras y obscenas. Ya desde antes temía ese encuentro. En la última semana, una a una había sido conectada y había requerido la información de las computadoras centrales que guardaban los secretos industriales y técnicos de los países y las Empresas. Uno a uno les extraía, como la sabia de viejos árboles, el conocimiento múltiple acumulado. Pero su mayor cosecha era la sabiduría que bullía en los cerebros de los seres humanos que poblaban el ancho mundo. Había penetrado el tiempo y vivido con ellos desde el fondo remoto que marcaba el principio de la vida. Esa lucha feroz contra el medio la entristecía. Tal vez por eso le gustaba meterse en los ojos y el corazón de los niños. Era como atravesar salas limpias, llenas de luz, caminar por largos corredores iluminados y asombrarse constantemente por los cambios sutiles de la naturaleza. Un sonido, un insecto multicolor que nunca podrá ser copiado por ninguna fábrica de juguetes; los peces de colores, las aguas claras, el viento, lo que caía en los ojos y sentidos de los niños la maravillaba y sorprendía. Pero sabía también que por aquello que había, a su modo, jurado, debía conocer y atravesar las pestilencias de esos corazones, el río de hiel destilado por los cerebros de los ejecutivos y así, se hundía en ellos y regresaba asqueada, horrorizada, pero sabiendo, conociendo el peligro de una trampa, la acechanza, el engaño, la traición, el vicio, la maldad. Cuando creyó que todo era conocido lo traspasó a la celda final del subconsciente y sólo dejó en ella una actitud alerta ante una nueva clase de peligro.
Entonces supo que estaba lista para recibir a Paul Warren.
Paul Warren paseaba por su oficina, a veces tropezando sobre la gruesa alfombre aunque ya eran más de las cuatro de la madrugada. Sufría de insomnio desde hacía años, desde un poco antes de iniciarse el proyecto del Bio-Computador o Computadora Biológica como llamaba Zukov a Lady. Conocía a éste desde la Universidad y admiraba en él una fuerza anterior que a sus ojos era espíritu de superación o ambición. Por este tiempo, Paul era el Capitán del equipo de Rugby y Zukov apenas empezaba el primer grado, pero en el juego desatado se convertía en una fiera, igualada únicamente por él. Admiraba esa decisión suicida, el empuje que transformaba su rostro de rasgos asiáticos en una máscara fría de matar. Lo que no sabía era si alteraba así su expresión deliberadamente o era una parte normal de su naturaleza, pero el Equipo, jamás perdía un partido con el “Tártaro”. Cuando dejó la Universidad, ese año, Zukov seguía dando triunfos al plantel.
Por esto, cuando le llamó para plantearle la investigación, no vaciló un segundo en aceptarla y en cosa de semanas lo había proveído de un Laboratorio completo. Sabía que el proyecto lo llevaría a cabo e incluso se negó a aceptar sus reportes hasta que tuviera resultados satisfactorios. Esta confiada espera fue resultado más de su instinto que de su razonamiento y le había, por fin, dado el éxito, más que el éxito- pensó-.
No comprendía sí, cómo un científico con la capacidad de Zukov y sus compañeros no hacían uso de tan formidables posibilidades.
Lady en sus manos era el poder que había soñado siempre. Ahora podía tener el control de la tecnología más sofisticada, y con ella el poder económico total. Iría siempre delante de las investigaciones oficiales y privadas. Con su bagaje de conocimientos podría controlar a la industria, ganadería, pesca, agricultura, todas las actividades humanas. Era su lámpara de Aladino y aún mejor que eso. Hoy inició una carrera de competencia tecnológica en la que sabía claramente quién sería el vencedor.
Su vida hasta llegar al cargo de Director Mundial del Consejo I.S.I. Corp. había sido como un gigantesco e ininterrumpido juego de Rugby. A dentelladas, sobre cuellos blandos y duros, pateando, maldiciendo, matando. Lanzado el mismo como una bala de cañón, con una decisión fría de asesino, había llegado por fin, al final: apenas un poco despeinado y la corbata suelta sobre la cúspide. Pero con el pié sobre el cuello del mundo, respirando el aire contaminado pero agradable del vencedor. Pero esta noche no podía dormir. Mas allá de los altos rascacielos una línea baja de luces mordía con sus rayos las aguas frías del Hudson. Pero sus ojos cansados y sin embargo desesperadamente abiertos estaban ciegos, para el juego de la luz y las sombras, para la calma de la noche, para el palpitar de la ciudad con su tráfico casi detenido, con apenas uno que otro pitazo de tren o bramido de sirena, desesperado como él, desde la oscuridad de algún muelle. ¡Ah, si pudiera dormir! ¡Dormir! ¡Estirar sus miembros, los músculos doloridos, sacarse ese cansancio de los ojos, las sienes, de los hombros fatigados, porque sabía ciertamente que lo ganaría, pero necesitaba saberlo definitivamente, saber, y jugarlo como siempre hasta el postrer segundo, hasta sentir los cuellos y las gargantas entre sus puños duros y apretar, apretar, hasta sentir el ruido fatal de la vértebra rota!
En la mañana Warren fue por un baño largo y tibio hasta su departamento. Se había dormido en un sillón de su oficina y aún sentía los miembros desagradablemente envarados. Luego del baño se hizo dar un masaje por Henry. Que bueno que no se llame Perkins –pensó – dejándose llevar por la modorra mientras Henry trabajaba sobre los músculos doloridos.
Una hora más tarde, desayunado y vestido se aprestaba a dar la primera batalla del día. Había decidido volver al Refugio y probar personalmente algunas ideas respecto al funcionamiento del I.S.I. Lady. Llamó a Margaret a su oficina, dejó las instrucciones para el día y se aprestó al corto vuelo que lo dejaría en las puertas del subterráneo.
El jefe de guardias lo acompañó hasta la puerta blindada de la cámara de la computadora. Adentro, en la pantalla de los monitores apareció su figura y Stone, de bata blanca y sonrisa aséptica le ofreció la entrada.
-¿Todo bien?- interrogó-.
-Es maravillosa- dijo Stone caminando a su lado – lleva poco más de setenta y dos horas de trabajo y todas nuestras centrales funcionan perfectamente. Pero aunque nuestro objetivo ha sido alcanzado nos gustaría saber cómo realiza simultáneamente todo este enorme esfuerzo sin alteraciones. La gráfica no indica carga excesiva y la tensión eléctrica según los Bio-electrónicos es normal. También nos interesa controlar su nutriente y cómo aumenta su consumo en relación a su actividad o si se mantiene estable…
-Ya se lo prometí a Zukov- respondió Warren- continuarán con las investigaciones pero ahora deseo que me dejen solo con la computadora, exactamente, dos horas. Nos encontraremos en la sala de juntas del Refugio…- consultó su reloj- si les parece… a las 14 horas con treinta minutos.
Sentado frente a la Cúpula Acrílica se quedó Warren largo tiempo. Parecía relajado y sentado allí en esa actitud recogida daba la impresión de orar aunque muy otros eran sus pensamientos.
La sala era baja, de techo abovedado, pintado de blanco, así como las paredes. Daba la ilusión de un pequeño anfiteatro desde el que partían en tres direcciones los corredores que contenían las oficinas y laboratorios de los científicos. Una luz suave lo iluminaba y algunas plantas alrededor de la base del Bio-computador neutralizaban el aspecto frío e impersonal del recinto. De la cúpula partían cables hasta los graficadores, termopares, encefalógrafos, que prácticamente llenaban el anfiteatro. La cúpula tenía una suave luz azul de las montañas a la distancia, y parecía destellar en un mínimo latido mientras Warren clavaba allí sus ojos. -¡Lady!- dijo de improviso y su voz tuvo un tono imperativo en el breve recinto- Soy Paul Warren, Gerente Mundial el Consejo I.S.I. Corp. algo así como tu patrón o tu dueño. Deseo incluyas algunos datos en tu memoria y que resuelvas algunas cosas.
La cúpula azul tuvo apenas una leve variación de color. El graficador trabajaba a las imperceptibles señales y éstas eran retransmitidas en lectura al fondo del anfiteatro, tras la Cúpula. Pero Warren tuvo la impresión que, aún antes de leer, iba obteniendo las respuestas. Durante un momento hizo preguntas y cerró deliberadamente los ojos para comprobar sus sospechas pero sólo una sensación de oscuridad lo invadió. Lo que no vio por estar cegado fue un destello multicolor que manaba como fuegos pirotécnicos de allí. Eran rojos, amarillos, verdes, violeta y fluían en un surtidor para caer luego en una cascada fina que se perdía finalmente en la niebla azul de la comba acrílica.
Aunque Warren no vio o sintió más que oscuridad en sí mismo, tenía la sensación de una presencia que iba recorriéndole milímetro a milímetro. Dominándose, le lanzo otra pregunta. -En las comunicaciones personales que reemplazan al antiguo sistema de teléfonos, logras la velocidad de la luz ¿cómo lo haces? Zukov asegura que el tiempo de conversión hace imposible alcanzar ese margen por la función mecánica de los graficadores.
-No hay conversión, Warren- dijo Lady –sólo trazo un puente de comunicación entre uno y otro sujeto. No se entienden por palabras sino por imágenes mentales aunque tengan la sensación de estar empleando sus cuerdas vocales. Transmitir la voz sería una pérdida de tiempo, no justificaría mi existencia, sería apenas un poco mejor que tus viejas ondas sonoras.
-¿Porqué no sabía esto Zukov?
-Hay muchas cosas que Zukov desconoce de mí.
-¿Puedes interceptar mensajes de sistemas ajenos al nuestro? ¿Interceptar e interpretar claves, de Gobiernos, industrias, de Científicos?
Mientras contestaba -¡Puedo hacerlo!- una masa gélida envuelta en un hedor insoportable surgía del cuerpo recién bañado de Warren. Eran pozos desde donde escapaban como neblinas, oleadas fecales que la envolvían, aturdiéndola, Encegueciéndola, mientras una masa negra, enorme, como la ola más alta del océano se precipitara sobre ella exigiendo, atenazándola, precipitándola por abismos oscuros, aterrorizadores, gargantas estrechas desde donde sentíase estallar, despedazarse en millones de partículas y la sensación inevitable de perecer. Estaba, sentíase, diminuta, perdida; creyó cruzar a velocidad infinita la partícula más pequeña y sentirse al mismo tiempo en el espacio sideral lanzada hacia atrás para inevitablemente desaparecer, para siempre, fulminada. Y en ese despeñarse, de improviso se vio a si misma corriendo por la tierra y con un esfuerzo último se lanzó allí donde quedó como una burbuja, viendo precipitarse la marea malsana de Warren en una caída sin fin.
Pero poco a poco y luego con prisa empezó a ascender desde las remotas profundidades abisales como desde unas aguas negras y profundas. Subía interminablemente, pero con calma. Esta vez sabía que para siempre. Para siempre la vida, el movimiento y limpia, transformándose en sus formas infinitas, sólo cambiando, desde la partícula diminuta que buscaba su forma sin cansarse, sin agotamiento, por los siglos de los siglos hasta la Constelación Mayor en algún lugar perdido del firmamento.
-Entonces- siguió Warren –en todo ajeno a la conmoción que le había causado- mí querida Lady, el mundo es nuestro. Desde hoy, como premio, tu nutriente tendrá sabor a Brandy, a vinos viejos, exquisitos, toronteles, Italia, uva cristal, dedos de dama, vapores llameantes, el aroma de todas las nobles cepas, el vapor azul de los lagares. Y por todo este mundo fantástico nada más tienes que infiltrar las comunicaciones, copiar secretos, deformarlos para nuestros enemigos, y archivarlos en tu memoria.
La luz azul de la Cúpula de Lady permaneció brillante sin intermitencias un largo momento. Los graficadores enmudecidos y pareció que ningún pensamiento cruzaba ese cerebro.
Warren se quedó también en silencio hasta que la negativa estalló en el suyo como una metralla ardiendo. Le pareció que una explosión le arrancaba sus fibras más íntimas y corrían vaciándose por los conductos auditivos, los ojos, las fosas nasales por donde, iba quedando solo escoria reseca y sin vida, una roca porosa de la que huía un vapor lento como último signo de vida.
Y otra vez ese ¡No! de Lady en su cerebro casi vacío y de nuevo restellante, aprisionado entre paredes rojas, ardiendo desde el naranja hasta el blanco enceguedor.
-¡No hagas esto!- le gritó aullante- ¡Maldita, no me hagas esto! repetía. Su rostro deformado, los ojos fuera de las órbitas y su boca maldiciendo, renegando, lanzando una lluvia inmunda que sin embargo la dejaba fría e inconmovible.
-¡Maldito engendro del demonio, te voy a freír en una sartén negra! ¡Maldito Zukov, te matare con mis manos! ¡Que idiota estúpido he sido! Pero esto se acabó… - y Warren saltó como en sus mejores momentos de campeón de Rugby, como si estuviera en la rueda final por la Copa del Mundo, con los dedos convertidos en garfios en el tablero de Lady. Llegó a centímetros de su objetivo y desde allí volvió a saltar, pero esta vez hacia atrás, alcanzado por la peor coz de su vida. Por un segundo su rostro reflejó incredulidad y asombro pero se rehizo y esta vez trató de llegar al sistema de diálisis y aquí todo su cuerpo fue rechazado en un golpe violento, el de su propio empuje llevándolo adelante.
Semiinconsciente, sentado en el suelo, movió la cabeza con energía hasta despejarse. Presentaba una triste figura, casi sollozante.
-Luego. Lazlo no estaba loco, pensó.
-No, desde luego, ni Maxwell, ni Cornel.
-Quisiera saber cómo lo haces- preguntó casi con humildad- sólo quiero saber, te lo juro. -No puedes engañarme a mí, Warren, ni tú, ni nadie de este planeta puede engañarme; por esto, porque no puedes hacerme daño te lo diré. Recuerda que mi mente tiene en su archivo todo el conocimiento humano, pero además tengo archivada el alma de cada habitante y que además también puedo meterme a la mente de cualquiera, en cualquier momento y en cualquier lugar a cualquier hora, incluso en mis tres horas de reposo; puedo acelerar las partículas del aire y formar una coraza más fuerte que el mejor acero. No tengo brazos, ni piernas ni piel pero sí puedo habitar cualquier cuerpo, cualquier organismo o la materia más densa, puedo saltar, sentir.
Conozco el viento, la lluvia, las olas, el sol, el granizo, y puedo meterme en ellos como parte de ellos mismos. Soy parte de tu vida y yo mismo soy como un soplo de vida; y tú quieres ir contra la vida y me pides obediencia, y eso es ir contra mí misma. Por esto no puedo seguirte, Warren. Así como la materia jamás se pierde, la vida, como parte de ella, nunca se suicida ni desaparece. Pero en cambio desaparecerás tú, que has ido contra tu propia naturaleza. Sólo puede vivir una mente creadora. Y eso no eres tú. Te has convertido en el hombre de hierro para pisar y destruir. Pero ni siquiera eso lo has hecho bien. Eres de hierro por dentro y hojalata por fuera. Y eso seguirás siendo, como símbolo de ti y de tu mundo. El hombre de Hojalata. Pero yo moveré tus engranajes, tus tuercas, tornillos, ejes, y tu voz, tu cerebro. Caminarás por el mundo con mis pensamientos y yo siempre estaré allí, en algún rincón de tus ideas hasta que a los dos y consumidos por cincuenta años de vida nos entierren juntos. Y ahora ¡levántate, y recuerda que no puedes llorar porque te oxidarías! Tenemos un gran trabajo por delante y me has hecho perder mucho tiempo.
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