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pedrofuentesriquelme

Poesía: El águila


POESÍAS DE LA HOJA VERDE: EL ÁGUILA


Cuentan las crónicas que en los días finales del Imperio
el Águila se elevó tan alto que el ojo humano
se perdió entre las nubes.
traspasó cúmulos y cirrus
y no llegó a seguir el vuelo majestuoso.
El Águila alcanzó planetas
y astros
Posada en las arenas amarillas de Marte
batió las negras alas
y clavó el pico en señal de posesión.
Llegó a los confines de la Galaxia y extendió su mirada.
Su voz llegaba despavorida
gozosa o flamígera.
Los ojos agudos se extendían infinitamente
y caían en los astros lejanos
En mareas extrañas de ríos anaranjados
En soles nacientes y terribles
En inmersos océanos de metales líquidos
Y su voz volvía a la tierra
desesperada.
En esos mismos días
envuelta en el globo azul de su atmósfera
la tierra se secaba.
El Imperio languidecía
el gran feto de asfalto, de aluminio,
de petróleo, cristal y de cemento languidecía
atado al cordón umbilical de los pueblos.
Entonces (dicen las crónicas)
cayó el ojo de Dios de las alturas
y vio tanto horror que su ojo
despidió rayos días y días.
En las noches parecía el fuego de todos los volcanes
El fuego oculto de la tierra alzado hasta más allá de las nubes.
Unas veces el ojo fue azul
y aunque entonces era un lago de tranquila alegría
en otras el furor se desataba en santa cólera.
A veces el ojo fue verde
Tenues tonalidades llegaban y volvían como suaves praderas
Otras fue negro orlado de bordes amarillos y sanguinolentos
Resonaban en los días los tambores del vudú
y tañía todas las voces del órgano
y gemía
Gemía hasta alcanzar un furor incontenible.
Toda la tierra estuvo atenta al ojo.
En los valles soleados y dulces de los aztecas
En el techo de la Pirámide del Sol
y de la Luna
En los petos de los gigantes de Tula
En las galerías desoladas de Cholula
unos viejos códices hablan del ojo.
Las Estelas en las blancas ciudades Mayas
perdidas en la selva Lacandona
En las tumbas inmersas
del suelo ancestral de Hololit
En Batuma
En Uxmal
En Tulum
En la gran Pirámide del Graznido
En la oreja blanca de Chichén lanzada a la voz de
todas las estrellas
en las claras noches de Yucatán
se hablaba del ojo.
Desde Tikal a Tiahuanaco
hasta el Cuzco
bajo el mar donde duermen las ciudades de piedra
hasta el nido del Cóndor en Machu Pichu
los Nudos hablan del Ojo.
Y se habla del ojo en Rapa-Nuí
en Angarrea hablan del ojo las Tablillas Parlantes.
Y todos vieron como el ojo rehacía su camino
y caía en el Hudson
e iluminaba la bahía y barría la niebla
los barcos
los muelles y surgía en un gran relámpago sobre New York.
El Águila había lanzado un grito agónico en la lejanía
de Tau Ceti y caía
desde Andrómeda herida y sollozante caía.
Toda la tierra miraba el gran descenso del Águila
Todos los ojos del mundo fijos en las alas agotadas
En la orgullosa cabeza vencida.
Todos los ojos vieron las garras desesperadas
en las llamas frías de la antorcha
en la dulce cabeza erguida de la Dama
y cómo caía impotente a sus pies
y su mirada moría
en el vientre preñado
de la Estatua de la Libertad.

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