POESÍAS DEL OSCURO GUERRILLERO: EL OSCURO GUERRILLERO
Yo soy el oscuro guerrillero
y mi batalla
dura ya veintiséis años.
No llevo al pecho terciado
un cinturón de balas.
Pero, ya lo dije:
Soy el oscuro guerrillero.
Si nosotros quisiéramos
(si no fuéramos tan estúpidos
digo a veces)
formaríamos mañana,
hoy mismo, el gran ejército.
¡El gran ejército!
¡y temblaría la tierra!
Y el gigante dormido,
azotado y hambriento
pisaría cráneos,
caminaría riendo
por una alfombra de huesos.
¡Cómo escaparían los miserables!
Pero somos los oscuros,
oscuros de cuerpo y pensamiento.
Aunque a veces
un rayo de luz nos ilumina,
como a mí ahora.
Y es el viejo llamado el que acude.
Ya lo dije antes:
Mi batalla dura
veintiséis años.
Era una carga un tanto dura,
estaba cansado, me sentía viejo,
deshecho,
cuando llegué a su Isla.
Para describirla
necesito un libro,
un gran libro.
El libro más grande
que se haya escrito.
Ahora sólo puedo decirles:
Son enormes y suaves
sus húmedos ojos oscuros.
Ella está asustada,
yo también estoy asustado.
Ha llorado un poco
y me he maldecido
por hacerla llorar.
Eso no lo deseo.
Quiero que sus ojos
estén sólo húmedos;
suavemente húmedos
para mirarme rectamente,
con el corazón asomado
bajo sus pestañas.
Quiere amarme de lejos,
con un amor
demasiado burgués
para mi gusto.
Entonces le explico
que vine naciendo cada primavera
hasta encontrarla.
Yo la quiero limpia
o sucia,
con su pequeñito,
con todos sus pequeños;
¡seremos cinco camaradas
cantando sus versos por los caminos!
Tienes que ser mi compañera.
Le digo:
Mi compañera:
¿Sabes?
Esto es muy importante:
Ser la compañera
de un guerrillero oscuro
son batallas simples
y grandes.
La batalla diaria del pan,
de la cebolla,
del alquiler,
de la carne,
y los días de fiesta,
de un vaso de buen vino.
Me has dejado hablar.
No has dicho nada.
¿Has echado raíces en tu Isla?
Dime,
siempre estabas buscando algo nuevo.
¿Temes que sea éste
el motivo oculto de tu buscar…?
Ya sé,
tienes miedo, y este miedo
te galopa el cuerpo, navega tu sangre
y te quiebra el mirar.
Quiero empujarte un poco,
sólo un poco,
pero este paso es tuyo,
te pertenece.
¡No quiero que luego digas
que te fui a embaucar!
Esos versos tuyos…
te digo francamente,
déjalos estar en tu dormitorio.
Escribiremos otros,
un poco brutales,
pero en este otro mundo,
mundo de guerrilleros,
todo resulta un poco brutal.
¡Créame que no es todo culpa nuestra!
Escribiremos de Pancho
que murió quemado por el grisú.
Del pobre Anastasio
que perdió una pierna
debajo de un planchón.
Es la vida ¿sabes…?
es la vida nuestra…
bueno… de todo escribiremos…
Del primer beso,
del germinar tan lento
de tu semilla y mi semilla.
Yo voy a amar tu vientre redondo.
Apoyaré en él mi oído,
para escuchar a nuestro hijo
en sus primeros devaneos.
Y en nuestro rancho de calamina,
habrá un calor nuevo
con un sabor a pan.
Mientras escribo
en un rincón cualquiera,
temblará tu risa
en el humo azul de mi cigarrillo.
Y luego…
pero mejor me callo,
tú ya sabes
qué es un oscuro guerrillero.
Si vienes
te estaré esperando en la barricada.
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