POESÍAS DEL OSCURO GUERRILLERO: PREÁMBULO
Tienes que comprender estas cosas,
saber el gusto amargo que ellas tienen,
adentrarte aquí rompiendo murallas,
con el cuerpo y el alma amanecidos
Escúchame:
antes de mí: tú casa de tres pisos
sobre los hombros de tus cien inquilinos.
Bien recuerdas: las mujeres pariendo como perras,
los niños sin colego y sin abrigo.
Los hombres matándose en el surco.
Los viejos lanzados a la calle.
El día dieciocho de Septiembre
un baile del patrón con la señora.
Esto es lo que se llama:
“Un poco de circo para el pueblo”.
Matarles la pena con un hueso,
y quemarles la entraña con el vino.
Aquí este programa no es distinto,
quizá si sólo en las ideas.
Sucede que los niños de mi barrio
son morenos, sucios y harapientos.
Blasfeman también como hombres hechos
y pellizcan las piernas de las mozas;
las moscas nos disputan el mendrugo
y el río nuestra casa en el invierno.
Pero al fondo hay un paisaje como un sueño,
cerros enormes, cerros verdes,
con mutilla, con boldo y con digüeñes.
Las nubes pasean como un lento
desfile de cabritos por el cielo.
Es lo poco que nos dejan los señores,
este verde paisaje de maravilla.
Si supieran que aquí se lava el pueblo
quizás nos impondrían un tributo.
Ahora serás mi compañera,
vaso de agua al pie de mi esperanza
y no al borde
sino al centro de mí mismo,
con tu risa, tu voz y con tu sangre.
Nuestra casa será apenas de un piso,
de adobe o cantonera,
firme de base para resistir al río,
con mucha luz para alumbrar la vida.
Partiremos el pan con el amigo,
obrero, albañil o aquel colega
que escribe sus versos en Santiago.
Si en Diciembre el amor nos trae un hijo
le pondremos mi nombre o el del abuelo.
Entre versos y libros esta vida
nos irá templando el alma por los días.
Si ya viejos el hijo nos pregunta,
le diremos que fue lindo hacer la casa,
que fue lindo luchar de voz y de palabra,
pero más bello su primer berrido.
No hay comentarios
Publicar un comentario